Profecías del Antiguo Testamento sobre el Mesías

 El carácter apocalíptico de las escrituras claramente existe en las profecías sobre el fin de los tiempos de varios de los grandes profetas de la Biblia Hebrea (Antiguo Testamento). Esta es la razón por la cual la teología cristiana afirma que Jesús es el Mesías (el Ungido o el Cristo) que dio cumplimiento a todas estas profecías. Y aunque el tema de las profecías bíblicas es muy amplio y complejo, de todas formas hemos querido hacer aquí un resumen de la profecías más relevantes que se manifiestan en la vida pública de Jesús, porque nos permite mejor entender la situación política, así como la psicología y la esperanza del pueblo de Israel en los tiempos de Jesús.

 

El Libro de Daniel y el Hijo del Hombre

Las profecías de Daniel sobre el Hijo del Hombre, como una figura humana a quien "le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran" (Daniel 7:13-14), son importantes para poder entender cómo y cuándo los judíos esperaban la era del Jubileo.

Pero primero, una breve introducción sobre el Libro de Daniel. Según el relato bíblico, luego de la conquista de Judá y Jerusalén por Nabucodonosor II, y la consecuente depotación de judíos que permanecieron en captividad en Babilonia, Nabucodonosor ordenó escoger un grupo de jóvenes judíos para ser educados en la cultura mesopotámica, después de lo cual entrarían al servicio del rey.

Los elegidos fueron Daniel y tres jóvenes de su misma tribu, quienes fueron confiados al cuidado del jefe de los eunucos (Daniel 1:3). Luego bajo el reinado de Darío el Medo tiene lugar un complot de los sátrapas contra Daniel que derivó en su encierro en el pozo de los leones; esta intriga se valió de un edicto caprichoso sugerido al rey de que nadie adore a ningún dios ni persona por 30 días (Daniel 6:1-9). Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró a su casa y oró tres veces al día, como lo solía hacer anteriormente; entonces dichos hombres lo hallaron orando a Dios, por lo que fue acusado de violar el edicto real del rey y, por ello, arrojado al foso de los leones, en el cual no sufrió daño alguno. (Daniel 6:10-16).

Daniel en el foso de los leones (Rubens)

Durante gran parte de su vida, Daniel recibió diversas visiones apocalípticas que anunciaban, por medio de símbolos y claves numéricas, la instauración del Reino de Dios sobre la tierra; es decir, el esperado Jubileo. Pero antes de llegar al Jubileo, ocurrían épicas batallas entre los dos reinos que representan a los Hijos de La luz y a los Hijos de la Oscuridad (Daniel 11:11). Incluso recibió una profecía muy específica sobre 'cuatro imperios' y 'setenta semanas de años' (Daniel 11), o sea 70 x 7 = 490 años, que aunque pueda parecer un tanto críptica o simbólica, en realidad era una regla para calcular cuando se suponía que ocurrirían los eventos del 'fin de los tiempos'. Lo cual se reafirma cuando se considera que el cálculo de 490 años coincide con los tiempos de Jesús, es decir, el primer siglo de nuestra era.

Además de las profecías de Daniel sobre el Hijo del Hombre, también tenemos las profecías de los otros 'mayores profetas' de la Biblia Hebrea: Isaías, Ezequiel y Jeremías. Así como algunos de los 'menores profetas': Zacarías, Malaquías y Miqueas, las cuales son muy relevantes, como se verá a continuación.

 

Los Cuatro Imperios

Históricamente los 'cuatro imperios' paganos que según Daniel regirían sobre Israel antes del fin de los tiempos y de los que se habla en La Biblia serían: el Asiro (con Nabucodonosor II rey de Babilonia), el Persa (con Ciro y Darío), el Griego Helénico (con Alejandro Magno, Ptolomeo Sóter, Antíoco Epífanes), hasta que finalmente el Imperio Romano (con Tiberio y Nerón) aparece en la escena histórica del Medio Oriente.

Entre los imperios griego y romano hubo un corto período de cuasi-independencia luego de la muerte de Alejandro y la revuelta de los sacerdotes Macabeos en el 167 ANE contra el emperador helénico Seléuco (que se celebra en el festival de Janucá observado durante 8 días). Sin embargo, las luchas internas entre los hermanos Macabeos provocó la eventual separación de la nación en dos reinos: El reino de Israel al norte con Samaria como su capital, y el reino de Judea al sur con Jerusalén como la capital. Este debilitamiento del estado israelita permitió que el Imperio Romano (el cuarto imperio) conquistara toda la región en el año 63 ANE cuando el general Pompeyo capturó Jerusalén.

 

Ezequiel y Jeremías sobre el Hijo del Hombre

El término Hijo del Hombre también es utilizado como sinónimo de Mesías en varias profecías. Por ejemplo:

  • La profecía de Ezequiel sobre el Hijo del Hombre y lo que dice Yahweh (Jehová el Señor) sobre el destino de los pastores de Israel que no aprecian a su rebaño, como es el caso de la última dinastía de corruptos reyes de Israel, Herodes I el Grande y su hijo Herodes Antipas (nombrados por los emperadores romanos y que no eran descendientes de David) y la consecuente restauración de la casa de David (Ezequiel 34).

  • La profecía de Jeremías sobre la Nueva Era de paz y justicia cuando finalmente aparece el Mesías esperado y se establece el Reino de Dios en la tierra (Jeremías 23).

 

Malaquías y los Salmos

Otras profecías que de alguna forma anuncian al 'hijo amado' del linaje de David que será rey de Sión y al 'mensajero' que vendrá para preparar el Camino, se pueden encontrar en los Salmos y en Malaquías. Por ejemplo:

  • El anuncio de Yahweh (Jehová) en los Salmos, atribuídos a David y a diez sabios de la Gran Asamblea, sobre el Hijo amado que reinará sobre Sión: "Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy" (Salmos 2).

  • La profecía sobre Elías y el Mensajero que vendría para preparar el Camino (Malaquías 4:5; Miqueas 5), que sería Juan el Bautista según declara el propio Jesús cuando dice que "Elías ya vino, y no lo reconocieron" (Mateo 17:10-13; Marcos 9:11-13), y luego con la famosa frase "el que tenga oídos, que oiga" (Mateo 11:14-15). A lo cual también se alude durante el pasaje de la Transfiguración (Lucas 9:28-36).

 

Isaías, Zacarías y Miqueas sobre los signos del Mesías

Isaías, llamado 'el gran profeta' por los Padres de la Iglesia (1), es muy relevante especialmente porque se refiere a 'la nueva alianza' de Yahweh (Jehová) con su pueblo Israel, el cual es un concepto clave para poder entender cómo los primeros cristianos interpretaban 'los evangelios' y 'la buena nueva' de la resurrección de Jesús.

Aunque hay que aclarar que, según el consenso actual de los expertos, el Libro de Isaías en realidad comprende tres colecciones de profecías, de autores diferentes, dadas en tres etapas históricas con siglos de separación entre ellas: Proto-Isaías (capítulos 1–39), contiene las palabras del profeta Isaías del siglo VIII a.C.; Deutero-Isaías (capítulos 40–55), es la obra de un autor anónimo del siglo VI a.C. que escribió durante el exilio en Babilonia; y Trito-Isaiah (capítulos 56-66), compuesto después del regreso del exilio.

Por ejemplo, Deutero-Isaías, cuyas profecías fueron muy populares durante el período del Segundo Templo, describe como Dios hará de Jerusalén el centro de su gobierno mundial a través de un Salvador (un Mesías) que destruirá a su opresor (Babilonia). Sin embargo este Mesías es en realidad el rey persa Ciro el Grande, que es el agente que provoca la instauración del reino de Yahweh en la tierra. Incidentalmente, el rey persa Ciro el Grande es la única persona no israelita considerada un Mesías en la Biblia Hebrea.

A continuación brevemente veamos algunas otras profecías del Antiguo Testamento que son importantes para entender la narrativa de los Evangelios:
  • Isaías describe la misión que tendrá el esperado Mesías (Isaías 49), quien vendría a establecer el 'Reino de Dios' en la tierra; que no es igual al 'Reino de los Cielos' (Zacarías 14).

  • La profecía de Isaías sobre los signos del Mesías, incluyendo las curaciones de fe, los milagros, el perdón de los pecados y las palabras de consuelo al que sufre, porque: "Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad" (Isaías 35:5-6).

  • La profecía de Zacarías sobre el Mesías entrando en Jerusalén montado en un burro: "Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna" (Zacarías 9:9).

  • La profecía de Miqueas (Miqueas 5:2) sobre Belén, de donde saldrá el que será Señor en Israel, citada por Mateo (Mateo 2:6) y que da origen a la tradición cristiana del nacimiento de Jesús en Belén.

 

La profecía de la Inmaculada Concepción

Existe una famosa profecía de Isaías (Isaías 7:14) que dice que "la joven quedará embarazada y dará a luz un hijo, al que llamará Emanuel (que significa Dios está con nosotros)", citada por Mateo diciendo que "una virgen concebirá y dará a luz un hijo" (Mateo 1:23), y que en el catecismo católico se interpreta como el milagro de la Inmaculada Concepción.

Sin embargo la palabra hebrea (almah) que Mateo pone como "virgen" en su traducción al griego significa "mujer joven" y por tanto no tiene la misma connotación de un milagro sobrenatural. Además hay que notar que existe una palabra hebrea para decir "virgen" (bethulah), sin embargo Isaías no usó esa palabra. La confusión ocurre porque en la Septuaginta (LXX), la traducción griega de las Escrituras hebreas, se tradujo el hebreo "almah" (que significa una mujer joven) con la palabra griega "parthenos" (que significa virgen).

Aparentemente el acceso de Mateo a las escrituras no fue a través del hebreo original, sino a través de la traducción griega en la Septuaginta. Alternativamente, puede ser que Mateo conocía las escrituras en hebreo pero estaba usando la LXX para acomodar a sus lectores, quienes en su mayoría eran griegos y judíos de habla griega en la Diáspora.

Además, según expertos, lo más probable es que Isaías en realidad estaba hablando de un niño nacido en su tiempo, es decir, el siglo octavo a.C., como una señal para el rey Ezequías (2).

 

La profecía sobre el Secreto Mesiánico

Hay una profecía de Isaías que se relaciona con el llamado 'secreto mesiánico' (Isaías 42:1-2), la cual se refiere a la necesidad de mantener oculta la identidad del Mesías hasta que llegue el momento de ser revelada, y también a la necesidad de hablar en parábolas (Mateo 13:10-13). La cual es citada por Mateo de la sigueinte forma: "He aquí mi siervo, a quien he escogido; Mi Amado, en quien se agrada mi alma. Pondré mi Espíritu sobre él, y a los gentiles anunciará juicio. No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz" (Mateo 12:18-21).

Aunque según el teólogo luterano William Wrede, en realidad fue Marcos quien inventó la noción del secreto mesiánico cuando los demonios en Capernaúm reconocen la divinidad de Jesús diciendo: "!!Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios." (Marcos 1:24). Y la razón, según Wrede, fue para reducir la tensión entre la creencia proto-cristiana sobre Jesús como el Mesías y la naturaleza no-mesiánica de su ministerio.

 

Las profecías sobre los mercaderes del Templo

Otras interesantes profecías son las de los mercaderes del Templo que se describen más adelante. Estas profecías sobre el Templo y los Mercaderes son importantes porque nos dan una buena idea sobre el contexto político y económico de Jerusalén en el primer siglo de nuestra era.

 

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