El Templo de Jerusalén: Primero, Segundo ¿y Tercero?

 Antes de entrar en el tema de las profecías sobre el Templo de Jerusalén, primero es bueno comenzar por un breve bosquejo histórico del judaísmo y el antiguo pueblo de Israel.

Históricamente los hebreos se establecieron en la tierra de Canaán a fines del segundo milenio antes de nuestra era. Aproximadamente en el año 1000 ANE surgió la monarquía del rey David y su hijo el rey Salomón. Hacia el 921 la monarquía se dividió y en el 721 el reino del norte (Israel) fue aplastado por los Asirios. La población creada por el exilio y reemplazo de estos pueblos eventualmente llegó a ser conocida como los Samaritanos, quienes tenían un lugar santo rival: el Monte Gerizim. Posteriormente, el reino del sur (Judá) fue destruido por el Imperio Babilónico, que deportó a gran parte de la población de Judea (el exilio babilónico) y en el 587 destruyó Jerusalén y su santo templo. Así comenzó la dispersión de los judíos de su patria, un fenómeno que continuó hasta nuestros días.

En la época de Jesús existía una rica variedad de formas y prácticas religiosas que florecieron durante los últimos tiempos del Segundo Templo (200 ANE - 70 NE). De una forma u otra, esta diversa cultura judía se remonta a la historia de los antiguos israelitas y a la Biblia Hebrea. En la época romana, con las Diez Tribus del norte llevadas al cautiverio asirio desde hace mucho tiempo y en gran parte perdidas en la historia, se hizo costumbre referirse a todos los que hablaban hebreo, o eran de ascendencia hebrea o israelita que vivían en el mundo mediterráneo romano, como "judíos", y a su tradición religiosa-cultural como "judaísmo".

Primer Templo: El Templo de Jerusalén fue originalmente construido por el rey Salomón alrededor del año 957 ANE, en la tierra escogida por el rey David, padre de Salomón. Desde entonces el Templo de Jerusalén ocupó un lugar central en la vida religiosa, política y social de Israel, en cuyo recinto sagrado o Lugar Santísimo (Sanctasanctórum) originalmente se encontraba el Arca de la Alianza; que contenía las Tablas de la Ley (tablas de piedra en las cuales Jehová le dijo a Moisés que escribiera los Diez Mandamientos). El Lugar Santísimo era considerado tan sagrado que solo podía ser visitado una vez al año por al Sumo Sacerdote en el Día de la Expiación (Yom Kippur), para esparcir la sangre de los animales sacrificados (los holocaustos) y ofrecer incienso sobre el Arca de la Alianza.

Como curiosidad histórica, la frase hebrea para Lugar Santísmo (Qodes HaQodasim) fue traducida en La Vulgata como "oraculum" (oráculo, o sea, un lugar especial donde los humanos pueden comunicarse con los dioses) y luego fue interpretado por los cruzados como el "pozo de las almas" (donde según la leyenda medieval las almas de los muertos esperan el Día del Juicio) que supuestamente está localizado bajo el Domo de la Roca. También, según afirman los credos judío y cristiano, ese fue el lugar donde Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac por orden de Yahweh o Dios, según los relatos del Génesis. Y, según los musulmanes, en ese mismo lugar se encuentra en el centro de la Cúpula, que es el punto desde donde el profeta Mahoma ascendió a los cielos para reunirse con Alá (Allah o Dios), acompañado por el ángel Gabriel. Por eso este es un lugar sagrado para las tres grandes religiones abrahamánicas del mundo.

Pero más aún, para los judíos el Templo era literalmente la Casa de Jehová que reemplazaba al Tabernáculo como "Santuario Terrenal", ya que cuando Jehová habló a Moisés en el Monte Sinaí, le dijo: "Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos" (Éxodo 25:8); y así era como lo entendían los judíos.

Luego del sitio y captura de Jerusalén por Nabucodonosor II, rey de Babilonia, en el año 597 ANE, el Primer Templo fue destruido; inciciándose de esa forma el período del Exilio de los judíos en Babilonia.

Segundo Templo: El exilio babilónico marcó un importante punto de inflexión en la historia del pueblo judío. Cuando el emperador de Persia, Ciro el Grande (Ciro II) conquistó Babilonia y permitió a los judíos de Babilonia regresar a Jerusalén, el Segundo Templo fue construido en el mismo lugar del primero. El proceso de reconstrucción se extendió por varios siglos y culminó con la expansión del complejo del Templo y el cierre del Monte del Templo durante el reinado de Herodes el Grande (Herodes I), cuya pared occidental aún puede observarse hoy en día en el Muro de las Lamentaciones.

A partir del 538 ANE, grupos de exiliados comenzaron a regresar a la Tierra Santa en una serie de oleadas, aunque muchos judíos eligieron permanecer en Babilonia, la cual siguió siendo un centro en la vida y el pensamiento judío durante mil años. Primero pusieron los cimientos del templo, mientras también esperaban el restablecimiento de la monarquía bajo Zorobabel, sobre quien depositaron esperanzas mesiánicas (Zacarías 3: 8; 6:12). Aproximadamente en el 515 ANE se dedicó un modesto templo. A pesar de la oposición samaritana, Nehemías reconstruyó los muros de Jerusalén. Esdras, "un escriba experto en la Ley de Moisés" (Esdras 7: 6) vino trayendo consigo la Ley Sagrada, el Torá, que incluía las tradiciones sagradas que encarnaban la vida misma del pueblo. A estas alturas, la gente ya no hablaba su idioma original, el hebreo, sino un idioma hermano, que se había convertido en el idioma de administración estandarizado en el Imperio Persa: el arameo.

Luego, durante la Revuelta Judía, el Segundo Templo fue destruido por los romanos en el año 70 NE.

¿Tercer Templo?: La tradición del Judaísmo Ortodoxo afirma que el Tercer Templo será providencialmente restaurado en cumplimiento de, o en paralelo a, la Era Mesiánica. Por ejemplo, Maimónides, un famoso erudito medieval de origen judío sefardí, escribió con frecuencia sobre la necesidad de la restauración del Templo para propiciar la llegada del Mesías. Y también en el Amidá, la oración central de la liturgia judía que es recitada por los judíos ortodoxos tres veces al día, existen plegarias para la restauración del Templo.

 

La importancia económica del Templo

En el lado sur del complejo del Templo había un área donde operaban los mercaderes que "vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados" (Juan 2:14-16). Esta era una actividad comercial de compra-venta aceptada y necesaria, especialmente durante la Pascua Judía (el Pésaj, que es la festividad judía que conmemora la liberación del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto y que es celebrada por una semana cada año), cuando miles de peregrinos de toda la región venían al Templo y necesitaban comprar animales para los sacrificios requeridos por los rituales del judaísmo sobre el dinero del rescate (Éxodo 30:13) y el altar del holocausto (Éxodo 38:1-8). Para lo cual en muchos casos primero tenían que cambiar las monedas que ellos traían, ya que la única moneda oficialmente aceptada en el Templo en los tiempos de Herodes era el 'shéquel tirio de plata' o Siclo de Tiro (ciudad de Fenicia).

Las ganancias de esta operación eran enormes y buena parte de ellas iban directamente a la secta de los sacerdotes Saduceos que controlaban las actividades del Templo, y especialmente a Caifás el Sumo Sacerdote del Sanedrín, y a su suegro Anás quien también había sido Sumo Sacerdote (quienes vivían lujósamente en el área de la "ciudad alta", cerca del palacio del rey Herodes, lugar de residencia de los poderosos y acaudalados de la época), e indirectamente una parte iba a los Romanos a través del pago de tributos o impuestos. De ahí que los 'publicanos', o sea, los recaudadores de impuestos, fueran tan criticados y despreciados por la mayoría de la población judía -- No hay que olvidar que Israel en aquellos tiempos era una teocracia auspiciada por el Imperio Romano.

 

Profecías sobre el Templo

Sin embargo, varios de los profetas del judaísmo hablaron fuertemente en contra de las actividades comerciales en el Templo. Por ejemplo Zacarías dice: "Y no habrá en aquel día más mercader en la casa de Jehová de los ejércitos" (Zacarías 14:21). Y lo mismo se puede leer en Jeremías: "¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre?" (Jeremías 7:11). También Isaías había tenido una visión del Templo como casa de oración para todos los pueblos, purificado por los holocaustos (sacrificios de animales consumidos por el fuego): "Yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos" (Isaías 56:7) .

Estas son algunas de las profecías que los judíos seguramente tenían en mente cuando Jesús echó fuera a los mercaderes del Templo (Marcos 11:15-19; Mateo 21:12-17; Lucas 19:45-48; Juan 2:14-16), y de esa forma se le dio cumplimiento a una profecía más. Aunque obviamente esta acción provocó la ira de "los escribas y los principales sacerdotes" que "buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina" (Marcos 11:18).

Expulsión de los mercaderes del Templo (El Greco)

 

Dad a César lo que es de César

No obstante lo que aconteció en el Templo de Jerusalén, esto no significa que Jesús estaba en contra de toda actividad comercial en general, como lo han interpretado algunos.

De hecho, más tarde cuando los Fariseos le preguntaron a Jesús si él estaba de acuerdo con pagar impuestos a los Romanos, él responde con su famosa pero ambigua frase: "Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios" (Marcos 12:17; Lucas 20:25; Mateo 22:21).

 

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