¿Quién era el Acusador en los Evangelios?

 Este tema es importante para entender muchos de los fenómenos llamados 'sobrenaturales' que se cuentan en los evangelios, ya sean de carácter parapsicológico, como los fenómenos de mediumnidad o experiencias cercanas a la muerte, o de curación espiritual; ya sean curaciones de enfermedades psicosomáticas u otras. Como solía decir el famoso autor y apologista cristiano C.S. Lewis (4), el mundo moderno se divide entre aquellos que están obsesionados con los poderes demoníacos y aquellos que se mofan de ellos como 'caricaturas' o 'supersticiones' fuera de moda. Ninguno de esos dos enfoques, insiste Lewis, le hace justicia a la realidad.

 

El Libro de Job

La palabra "satán" en hebreo significa "acusador" y varias veces en la Biblia Hebrea este personaje aparece como un miembro del consejo celestial de Yahweh (Jehová), como si fuera un fiscal en un juicio. Por ejemplo, la primera vez que el concepto del Acusador aparece es en el Libro de Job, que por cierto es el libro más antiguo de la Biblia Hebrea; fechado en el año 2,000 ANE.

El Libro de Job describe a su protagonista diciendo que: "Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1-2). La tierra de Uz se refiere a un antiguo reino en lo que sería el sur de Arabia en la actualidad, lo cual indica que Job no era israelita. Este hecho sumado a la forma en que aparecen los diferentes personajes, y los monólogos de algunos de ellos como el joven Elihú, sugieren que el Libro de Job posiblemente fue escrito con un objetivo simbólico o alegórico.

Según la narrativa bíblica, durante una reunión del consejo de ángeles de Jehová, Job fue acusado por Satán de ser fiel a Dios solo porque tiene salud y fortuna, y por eso debía ser 'puesto a prueba'. De esta forma Job tiene que pasar por varias pruebas y calamidades que le traen toda clase de dolores y sufrimientos, pero al final su prosperidad es restaurada y Job es ampliamente recompensado por Jehová. Y por eso se suele decir que el Libro de Job posiblemente sea el primer intento de los escribas judíos de responder esa vieja pregunta de la filosofía de 'por qué a las personas buenas les ocurren cosas malas', es decir, para resolver el 'problema del mal'.

Job con sus amigos; Elihú explica el sufrimiento en su monólogo (Ilya Repin)

 

El Consejo Celestial de Jehová

Además de ángeles y arcángeles, a veces identificados como "mensajeros" y "guerreros" celestiales, varios libros de la Biblia Hebrea hacen referencia a otros 'dioses' o seres que existen en el consejo de Jehová. Por ejemplo cuando se dice que "Dios está en la reunión de los dioses; En medio de los dioses juzga" (Salmos 82). O cuando se habla de "todos los hijos de Dios" en plural (Job 38:7), entre los cuales un día se presentó Satanás después de rondar por la tierra: "Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella" (Job 1:6-7).

Y también hay referencias a ciertos seres misteriosos llamados Nefilim; una legendaria raza de gigantes híbridos antediluvianos surgidos como resultado de la unión entre ángeles y mujeres humanas (Génesis 6:1-4), y que después reaparecen en otros libros con otros nombres, como los hijos de Anac (Números 13:33; Deuteronomio 2:11) y los Refaítas (Josué 12:4). Incidentalmente, la raiz de la palabra Nephilimis en hebreo también se utiliza para referirse a los abortos y los nacimientos extraños (Éxodo 21:22). Lo cual sugiere que el consejo de Jehová en el reino de los cielos debe haber sido un lugar muy concurrido y que "los hijos de Dios" interactuaban con los humanos más de lo que debían.

Incluso en la historia de Abraham tal parece que hay dos Jehová; uno en la tierra y otro en el cielo. Esto se puede apreciar cuando Abraham se encuentra con tres hombres (Génesis 18), dos de los cuales luego proceden a las ciudades de Sodoma y Gomorra para investigar su maldad (Génesis 19). Lo fascinante de esta escena es que uno de estos tres hombres está claramente identificado como YHWH (Yahweh o Jehová, transliterado del hebreo: יהוה) y comienza a hablar directamente con Abraham después de la comida, prometiendo regresar con Abraham y Sara el año siguiente (y como resultado Sarah, que ya había pasado la menopausia hace mucho, quedó embarazada de Isaac). Luego se reitera el pacto abrahamánico y los dos mantienen un diálogo sobre cuántos justos se necesitarían para salvar una ciudad malvada. Una vez que su conversación termina, YHWH simplemente se aleja. Posteriormente, este YHWH en la tierra llama al fuego de YHWH en los cielos para destruir las ciudades malvadas de Sodoma y Gomorra. Nótese cuidadosamente el lenguaje: "Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos" (Génesis 19:24).

Aparentemente la narración anterior fue un problema para los escribas Masoretas que editaron las versiones finales de la Biblia Hebrea, ya que decidieron reemplazar el nombre divino YHWH con Adonai, que correspondería al título honorífico de 'Mi Señor'.

 

Satanás y sus Agentes

Por su parte Zacarías narra una visión donde el satán (Satanás) aparece como Acusador, o adversario, al lado del sumo sacerdote y el ángel de Jehová: "Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle" (Zacarías 3:1).

Sin embargo, el término Satanás en algún momento se confundió con la serpiente del Jardín del Edén en el libro de Génesis (Genesis 3:1-15) que engaña a Eva para tentar a Adán, haciéndose sinónimo de 'tentación', 'engaño' y 'seducción' para cometer pecados.

Luego también el término se relacionó con el ángel rebelde y soberbio "Lucero, hijo de la mañana" (Isaías 14:12-17), luego traducido como Lucifer, quien según Isaías es lanzado fuera del cielo y cae en el Seol (Isaias 14:1-13). El Seol en el judaísmo es un lugar de oscuridad separado de Dios, que se tradujo al griego como Hades, y luego al latín como Inferno.

Con el tiempo la palabra "satán" o "Satanás" comenzó a interpretarse como una especie de personificación de la maldad humana, o como el jefe de todos los demonios, con agentes que a su vez tenían otros nombres específicos. De esa manera "Satanás" se relacionó con "Belcebú", que en hebreo significa 'Señor de las Moscas', en referencia a las moscas que se congregan alrededor de los muertos y causan enfermedades (Marcos 3:22-27). Sobre Belcebú también se dice que podía actuar a través de "espíritus impuros" que existían entre los humanos, como el caso de los "endemoniados gadarenos" (Marcos 5:1-20; Mateo 8:28-34; Lucas 8:26-39), y que luego en algunas traducciones lo escriben como "el diablo" en sigular o "diablos" en plural.

Algunos cristianos luego asociaron a Satanás con la segunda bestia del Apocalipsis, como cuando dice: "Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón" (Apocalipsis 13:11; 20:1-3). A los cuernos y las patas de cordero con el color rojo del dragón, luego se le sumaron otros atributos paganos, como las alas de murciélago (diferentes a las alas de los ángeles) y el tridente de Poseidón, como reminiscencias de las mitologías griegas y los dioses paganos de aquellos tiempos, para de esa forma convertirse en las espeluznantes representaciones 'satánicas' de la iconografía cristiana de entonces y de hoy.

Más tarde aún, durante la edad media, a los agentes del diablo les dieron otros coloridos nombres, como el Mefistófeles de la ópera Fausto, cuyo nombre viene del hebreo mefitz que significa "destructor" y de tofel que significa "mentiroso"; aunque por supuesto ese nombre como tal no aparece en la Biblia Hebrea.

Esta confluencia de narrativas bíblicas sobre Satanás y Lucifer, unidas con la Serpiente del Jardín del Edén y la expulsión de Adán y Eva del paraíso, luego se convirtió en un tema recurrente de la literatura europea, como por ejemplo en el poema El Paraíso Perdido de John Milton.

 

Jesús triunfa sobre el Acusador

En resumen, para los judíos del primer siglo Satanás era simplemente el Acusador del Consejo de Jehová; nada más. De hecho en el evangelio de Marcos se dice que Satanás puso a prueba a Jesús durante los cuarenta días que estuvo en el desierto (Marcos 1:13; Lucas 4:1-13).

Curiosamente también durante la tentación de Jesús en el desierto, Satanás le promete todos los reinos del mundo diciendo: "Todo esto te daré, si postrado me adorares". Lo cual Jesús rechaza respondiendo con su famosa frase: "Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (Mateo 4:1-11). Lo cual sugiere que Satanás debe ser el verdadero dueño de todos los reinos de este mundo, porque si no, cómo podría prometerlos a alguien.

Pero una conclusión clara que podemos sacar de la lectura de los evangelios es que Jesús siempre derrota al mal, ya sea en el exorcismo de los demonios en Capernaúm (Marcos 1:21-27; Lucas 4.31-37) y en la región de los Gadarenos (Marcos 5:1-20; Mateo 8:28-34; Lucas 8:26-39), o en sus propias luchas contra las tentaciones (Mateo 4; Lucas 4), e incluso en su muerte (1 Corintios 2:8; Colosenses 2:15).

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