Escatología Cristiana según Jesús

Jesús predicó principalmente sobre el amor de Dios como Abba ("Padre", en arameo) y sobre el Reino de Dios, pero los eruditos están divididos sobre si se estaba refiriendo a un evento apocalíptico inminente o la transformación de la vida cotidiana.

No obstante, la mayoría de los eruditos bíblicos, desde Albert Schweitzer hasta ahora, sostienen que Jesús creía que el fin de la historia iba a venir dentro de su propia vida o durante la vida de sus contemporáneos. La evidencia de esta tesis se puede encontrar en las múltiples referencias al Hijo del Hombre y en otros versículos que se discuten a continuación.

 

Carácter Apocalíptico de los Evangelios

En los Evangelios, la tensión escatológica se puede apreciar cuando el propio Jesús varias veces se refiere a sí mismo como el Hijo del Hombre (30 veces en Mateo, 14 veces en Marcos, 25 veces en Lucas, 12 veces en Juan), en contraposición al término Hijo de Dios. Ya que, según cuentan los evangelistas, el Hijo del Hombre vino con una misión muy específica porque "el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45; Mateo 20:28; Juan 13:1-17). La misma idea aparece en Lucas expresada de otra forma: "Sin embargo, yo estoy entre vosotros como uno que sirve" (Lucas 22:25-27) -- ver las profecías de Daniel para más información sobre el término Hijo del Hombre en el judaísmo.

 

La Moral Extraña

Incluso esto se puede apreciar en esos dichos radicales, difíciles de entender, que algunos teólogos han llamado 'la moral extraña', como cuando donde Jesús dice: "No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada" (Mateo 10:34-36).

O cuando dice: "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí" (Mateo 10:37), y también en ese mismo tono: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:25-27).

Lo cual contrasta con el resto de las enseñanzas pacifistas de Jesús, sobre el amor y el perdón, que se pueden leer en el Evangelio Q y en el Evangelio de Juan, como cuando el Maestro de Amor promete dejarnos su paz: "La paz os dejo, mi paz os doy" (Juan 14:26–27).

En nuestra opinión 'la moral extraña' solo tiene sentido en el contexto de las profecías sobre el Mesías y el fin de los tiempos que para los judíos del primer siglo era inminente.

 

Las Tribulaciones

Las profecías sobre la Escatología cristiana según Jesús también se observan cuando Jesús se refiere a las tribulaciones de aquellos tiempos, declarando que "el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo" (Mateo 24:29-30). Y también cuando dice que "hay algunos aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder" (Marcos 8:38-9:1), exortando a sus seguidores a la constante preparación dada la inminencia del fin de la historia y la intervención final de Dios (Lucas 21:35-36).

Además es importante notar como Jesús claramente se refiere a su generación como la que vivirá para ver ese fin de los tiempos: "De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca" (Marcos 13:30; 9:1). O diciendo: "Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre" (Mateo 10:23).

Este sentido de urgencia sobre la pronta llegada del Hijo del Hombre y el 'fin de los tiempos' se puede leer en algunas epístolas de Pablo, como cuando advierte "que el tiempo es corto" (1 Corintios 7:29) y habla sobre "la venida de nuestro Señor Jesucristo" (2 Tesalonicenses 2:1-5). Lo cual se relaciona con la idea de la resurrección en un nuevo cuerpo espitiual, como cuando Pablo dice: "Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual" (1 Corintios 15:42-44). Así como en la escatología cristiana sobre el arrebatamiento (1 Tesalonicenses 4:13-18) y la idea de Pablo sobre la apoteosis, es decir, la glorificación de los que han "muerto en Cristo" (1 Corintios 15:51-54; Romanos 8:20-23).

La noción del fin de los tiempos también es prevalente en otras epístolas del Nuevo Testamento, como la de Santiago (Santiago 5:19-20) y la primera de Pedro (1 Pedro 4:17). Y por eso el Credo Niceno en su definición de los principales dogmas de la fe cristiana afirma que Jesucristo "de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin".

Incluso tal parece que Jesús estaba muy consciente de la necesidad de dar cumplimiento a todas las profecías sobre el Mesías como signos del fin de los tiempos, las cuales los judíos del primer siglo conocían muy bien. Esto se puede apreciar cuando Jesús regresa a Nazaret y comienza su ministerio público enseñando en las sinagogas, declarando que: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros"; añadiendo: "De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su propia tierra" (Lucas 4:16-24).

 

El Reino de Dios y el Armagedón

Aunque por otro lado hay que notar que el Reino de Dios del que hablabla Jesús posiblemente sería muy diferente a lo que esperaban los judíos del primer siglo de nuestra era; quienes esperaban un Mesías guerrero (un rey del linaje de David) que los liberara de la opresión romana, unificara de nuevo a las tribus de Israel, y restaurara la teocracia ideal que ellos imaginaban para el pueblo elegido de YAHWEH.

Esto se puede apreciar cuando los fariseos le preguntan, "cuándo había de venir el reino de Dios", y Jesús responde con la famosa frase: "El reino de Dios está entre vosotros" (Lucas 17:20-21). Y luego más tarde en la declaración de Jesús durante el juicio en el pretorio, según nos cuenta Juan el Evangelista, cuando Poncio Pilato le pregunta "¿Eres tú el Rey de los judíos?" y "Jesús le respondió: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí" (Juan 18:36).

Cristo ante Pilato (Munkacsy)

Lo más probable entonces es que la batalla de que Jesús hablaba no era militar, como la supuesta batalla del Armagedón que según el libro del Apocalipsis ocurriría en el monte Megido (Apocalipsis 16), sino más bien se trataba de una batalla personal contra "el acusador", es decir, contra "el satán" -- ver nota al final para más información sobre cómo los judíos del primer siglo entendían este término.

 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Buscando al Jesús Histórico en las Escrituras

El Evangelio Q y La Teoría de las Dos Fuentes

¿Quién era el Acusador en los Evangelios?